¿A quien no le gustaría recibir una renta mensual o trimestral en forma pasiva, esto es, sin trabajar? Quien diga que no le guste, estará mintiendo. La inversión en dividendos es precisamente eso.
Entonces, ¿es este tipo de inversión la estrategia a seguir a la hora de comenzar a invertir? Como todo en la vida, nada es blanco o negro, sino más bien algún nivel de gris.
Pero dejemos de lado las metáforas por el momento. ¿Qué es un dividendo exactamente? Es simplemente dinero en efectivo que una empresa decide pagar a sus inversores, en forma trimestral, o incluso mensual. Básicamente, la empresa reparte sus beneficios entre los inversores.
El dividendo se expresa como una cantidad monetaria anual por acción, por ejemplo, $1. Si usted posee 1 acción de una empresa que pague este dividendo, usted recibirá $1 al año. Como el pago de dividendos se suele realizar en forma trimestral, la empresa le pagará unos $0.25 cada tres meses durante todo el tiempo que mantenga en su poder dicha acción.
¿Pero cuando exactamente recibimos ese pago? Existen en realidad 4 fechas diferentes:
- Fecha de anuncio: Es cuando el directorio de la empresa anuncia el próximo dividendo que se va a pagar, el cual puede variar de un trimestre al siguiente.
- Fecha de vencimiento: Esta es la más importante para el inversor, porque debe estar en posesión de las acciones antes de esta fecha para tener derecho a recibir el dividendo. Si el inversor adquiere acciones este día o después, no cobrará el dividendo anunciado.
- Fecha de registro: Es como la fecha contable en que se registra el dividendo. Es mas bien irrelevante para el inversor.
- Fecha de pago: Este día es cuando finalmente se nos deposita el dividendo en nuestra cuenta del bróker.
¿Que sucede si compramos acciones antes de la fecha de vencimiento pero las vendemos justo antes de la fecha de pago? Eso da igual, aun tenemos derecho al dividendo porque el comprador, a quien le hemos vendido las acciones, las ha adquirido después de la fecha de vencimiento.
Alguien astuto nos dirá ¿Por qué no simplemente adquirimos acciones de una empresa el día anterior a la fecha de vencimiento, justo antes del cierre del mercado, y luego las vendemos a la mañana siguiente, inmediatamente después de que la bolsa comience a operar? De esta manera habremos ganado el derecho al dividendo sin apenas exponer nuestro capital a las fluctuaciones del mercado. Luego repetimos el procedimiento con la siguiente empresa en el calendario de dividendos. ¡Dinero fácil!
El problema es que al hacer esto no estaríamos ganando nada. El día del vencimiento, cuando el mercado abre, el valor de la acción cae en forma proporcional para compensar el pago del dividendo. Por ejemplo, si la empresa ABC anuncia un dividendo de $0.2 por acción y su cotización de cierre el día anterior al vencimiento es de $10/acción, entonces su precio de apertura a la mañana siguiente será de $9.8. Al momento de cobrar el dividendo, nuestro capital total sera el mismo que al principio, $10 por cada acción que hemos comprado y vendido.
Esto se debe a que la cotización en bolsa de una empresa refleja, o debería reflejar, el valor total de ésta y sus perspectivas de crecimiento futuro. Al pagar un dividendo, la empresa está reduciendo su capital disponible y por tanto su valor total. Consideremos un ejemplo real: AT&T. Se trata del conocido gigante de las telecomunicaciones que ha mostrado un rendimiento promedio anual de casi 8% desde mediados de los 80. Además, a día de hoy paga un dividendo de casi 6% anual. Significa esto que si invertimos en AT&T esperaremos obtener un rendimiento total de casi 14%, es decir, 8% de apreciación de capital más 6% de dividendos? Pues no. El rendimiento anual de 8% ya toma en consideración la reinversión de todos los dividendos.
Como vemos, el hecho de que una empresa pague o no dividendos es en realidad irrelevante en términos del valor total que obtenemos de ella. Pero el problema no acaba allí.
Primero, deberemos pagar impuestos sobre todos los dividendos que recibamos, con lo cual sólo podremos reinvertir lo que quede disponible luego de que el fisco se lleve su parte. Se puede argumentar que también deberemos pagar impuestos al vender nuestras acciones (impuesto a las ganancias de capital), lo cual es cierto. Sin embargo, vender o no es una decisión del inversor, no de la empresa en la que invertimos. Mientras no vendamos, el impuesto que no estamos pagando continuará invertido y el interés compuesto continuará actuando sobre él. En el largo plazo, la diferencia puede llegar a ser sustancial.
Segundo, al recibir dinero en efectivo, deberemos decidir qué hacer con él. Por supuesto, siempre podremos comprar más acciones de la misma empresa que a su vez continuarán generando aún más dividendos en el futuro. Pero el problema aquí es que no estamos invirtiendo directamente en el negocio que esa empresa lleva a cabo, solo compramos más acciones. Si la empresa no paga dividendos, puede perfectamente reinvertir ese dinero en expandir sus líneas de negocio o en investigación y desarrollo de nuevos productos. Es la propia empresa y no nosotros, quien tiene el conocimiento y la experiencia necesarios para sacar el mayor provecho del dinero que llegue a sus manos. Con el tiempo, esto puede hacer que su cotización en bolsa crezca mucho más de lo que habríamos cobrado en dividendos.
Pensémoslo un momento: ¿por qué una empresa decidiría entregar parte de sus beneficios a los inversores? ¿Por qué no expandir su negocio y crecer? Pues básicamente porque la empresa no sabe qué hacer con esos beneficios o no tiene la capacidad de sacarles provecho. Probablemente es una empresa que ha crecido a tal grado que ya no es capaz de reinvertir todo ese dinero en forma eficiente en su propio negocio por lo que simplemente lo entrega a los inversores. Es por esta misma razón, que las empresas que pagan dividendos suelen, en general, apreciarse en bolsa en menor medida que las empresas que no pagan ningún dividendo.
Pero aun así, si preferimos el pago regular de efectivo porque nos brinda una mayor paz mental, no deberíamos olvidar que una empresa no está obligada a continuar pagando dividendos y puede recortarlos o incluso eliminarlos cuando lo crea necesario. Cuando esto sucede, además, su cotización en bolsa suele venirse abajo en forma considerable. Un ejemplo de esto es Kraft Heinz, la compañía americana de productos alimenticios, más conocida por su marca de Ketchup. Esta es la típica empresa que cualquier inversor enfocado en dividendos incluiría en su portafolio: consolidada, estable y con un dividendo más que decente. Incluso, su inversor mayoritario es nada más ni nada menos que Warrent Buffet, lo cual podría añadir un punto más de confianza a todo el asunto. Sin embargo, en Febrero de 2019 se hace publico un escándalo contable que provoca un desplome masivo en Bolsa. Hoy en día, Kraft Heinz cotiza a la mitad de lo que lo hacia en ese entonces. Pero no solo eso, la empresa se vio obligada a recortar sus dividendos un 40% para poder afrontar las dificultades financieras.
Entonces, y a la luz de todo esto ¿Por qué nos sigue resultando tan atractivo este tipo de inversión?
Primero porque percibimos “más valor” al recibir dinero en efectivo que al recibirlo en forma de apreciación de capital. Claramente esto es una ilusión: si queremos dinero en efectivo podemos simplemente vender parte de nuestras acciones; el efecto neto es el mismo.
Segundo, porque las empresas que pagan dividendos suelen ser las más consolidadas en el mercado y probablemente sean lideres de su sector. Esto hace que su cotización en bolsa sea mucho más estable que las empresas que apuestan al crecimiento. Esto puede ser cierto en términos generales, pero cualquier empresa presenta el riesgo de sufrir un serio revés financiero, como Kraft Heinz, en cuyo caso será el inversor quién pague los platos rotos.
Entonces, ¿deberíamos evitar la inversión en dividendos y apostar sólo por el crecimiento? De nuevo, nada es blanco o negro, sino algún tono de gris. ¿Por qué no un poco de ambas opciones? Esto es, diversificación. Si consideramos el ETF SPY que replica el índice S&P500, veremos que incluye una gran variedad compañías y sectores, y no esta específicamente orientado a dividendos. Aún así, este ETF paga un dividendo anual de casi 2%, proveniente precisamente de las empresas incluidas en el índice que pagan dividendos.
En resumen: A la hora de construir nuestro portafolio de inversiones, la diversificación debería ser el objetivo. Si solo nos enfocamos en dividendos, estamos reduciendo nuestra diversificación porque estamos dejando de lado todo todas las compañías que apuestan al crecimiento.